Jamás voy a arrepentirme de prestar la ayuda incondicional a nadie, incluso hasta aquellas personas que no merecen mi ayuda; siempre estaré dispuesto a tenderle la mano al prójimo. Fue lo que me pasó recientemente con una Doctora que estaba muy preocupada, nadie nadie estaba dispuesto a darle por terminado su trabajo, vino y me pidió mi ayuda y rápidamente le dije que si, que podía contar conmigo para realizar su proyecto.
Ahora, había que cogerle miedo a quel trabajo no por lo complicado sino por lo extenso contenido y aquellas palabras tan difícil de pronunciar y escribir, pero solo fue un reto para mi, en primera sabía que tenia que ayudarla ya que en una ocasión ella atendió en su casa a altas hora de noche a mi mamá que tenía un gran dolor de oído.
La verdad es que me dio un poco de trabajo todo, pero al final todo se realizó con éxito, la compañera muy contenta con su proyecto terminado; y por supuesto muy agradecida conmigo por el gran esfuerzo que hice sin nada a cambio. Solo me hizo sentir un poco incómodo cuando me preguntó que cuanto le debía, claro que era imposible cobrarle algo, ya que no sabemos el día de mañana si voy a necesitar de ella o algo a sí.
Pero ella es una persona muy decente y sobretodo agradecida, me invitó a merendar a su casa y conversar un rato; así fuimos reforzando nuestra amistas. Incluso me invitó a cenar. La verdad es que me agradó aquel día donde todo fue armonía. Si todas las personas fueran así como nosotros, o no igual pero que al menos practicaran las cualidades más hermosas que tenemos los hombres de ayudar a los demás y ser solidadarios que lindo sería el mundo. Todo ese gesto me ayudó a olvidar aquellos que antes ayudé y hoy por hoy me miran como si fuese un desconocido.
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